detalle de mural - Museo Guayasamin

detalle de mural - Museo Guayasamin
con los cinco sentidos

miércoles, 17 de junio de 2015

Procesión Jesús del Gran Poder en Quito

Uno es unito, dos dosito y Dios diosito, y eso tiene sus consecuencias.

                             

Llegaron franciscanos y jesuitas con reformas, contrarreformas y la Santa Inquisición recién creada y lo desembarcaron todo -sólo quince años después- en el universo Hanan Pacha -espacio Mundo de arriba-, Kay Pacha - el Mundo de lo visible, de aquí- y Uku Pacha -el espacio de las profundidades-. Atrás dejaban las luchas por la pureza de la liturgia y los fantasmas reformistas. Evangelización era la consigna.

En Quito confluían todos en la explanada-mercado donde los franciscanos construyeran después San Francisco.

                      

Sevilla era la puerta hacia las Américas y de allí llegó Jesús del Gran Poder, entre otros. Las liturgias barrocas y las recién creadas cofradías penitenciales sevillanas venían como anillo al clero. Los valores estéticos barrocos de exacerbación del dolor, el arrepentimiento y la culpa para los "evangelizables" y la glorificación del triunfo de la vida eterna otorgada por un único Dios, su hijo Jesús, cómo "general caido" enarbolando el Sacrificio y desde ahí emanando valentía y fuerza -fisica y literal en nuevas tierras-, para los evangelizadores.

El mestizaje de lo trascendente entre unos y otros no podía contenerse con rigideces de puerta para afuera, pero de puertas para dentro debía preservarse la pureza del culto y de los preceptos marcados por la contrarreforma europea. Así, las puertas de La Compañía  abiertas, mantenían a los no bautizados fuera del templo pero integrados en la liturgia y las procesiones penitenciales en torno a imaginerías concretas se aseguraban de mantener la fé de los recién desembarcados y de incorporar nuevas conciencias.
Calle de las siete cruces.
    Frente a La Compañía                           Frente a la Catedral

Dios dentro y diosito fuera -del templo. Fuera el morado y dentro el negro. Fuera el rostro tapado por vergüenza de la culpa y humildad  de la penitencia. Dentro las Caudas negras que en cortejo fúnebre barren los pecados de la Humanidad. Fuera coronas de espinas, hombros exhaustos cargando cruces imposibles o cactus atados con cuerdas a la espalda de los penitentes, exudando la culpa con sangre. Dentro el clero tumbado, escenificando la muerte de Jesús o arrodillados sobre cojines de terciopelo al pie del altar. Fuera estampitas, fotos, niñitos, virgencitas e imaginerias chiquitas;  dentro la "Lignum Crucis" de oro y piedras preciosas con incrustaciones de la verdadera cruz de Cristo, y también la gran bandera negra -símbolo del luto de todos- y roja -en representación del martirio y la sangre de Cristo.








El Diosito de las procesiones trajo de cabeza siempre a mandatarios de Iglesia y gobiernos que las prohibieron, encerraron, volvieron a sacar a la calle y modificaron recorridos y simulacros. Hubo un tiempo en que coexistían dos: la de los españoles y la indígena. Finalmente la procesión de Jesús del Gran Poder que se vive y exhibe hoy en día lo es sólo desde 1961.

Dentro y Fuera. Caudas y Jesús del Gran Poder, institucionalizadas,  han sido declaradas Patrimonio Cultural de Quito y Ecuador, las Caudas por ser rito vivo ancestral de los primeros cristianos y traslación de ceremonias romanas a los generales caidos en la batalla, y Jesús del Gran Poder por ser muestra de mestizaje de culturas y credos. Y con esta declaración, han tenido que adaptarse e incorporar nuevos valores. Ahora son reclamo para turistas y parámetros que añadir a cualquier estrategia de promoción cultural. Así, a lo largo del recorrido de la procesión y mientras se espera su paso, pueden escucharse a través de altavoces la declaración de Poncio Pilates y al terminar la procesión, se celebra una misa en el exterior de San Francisco con la imagen presidiendo el rito y los ladronzuelos merodeando bolsos y cámaras de fotos de turistas. Caudas también sacó el espectáculo a la calle y aunque la celebración se mantiene en el interior del templo, unas pantallas gigantes lo retransmiten a las multitudes congregadas fuera. Porque multitudinarias, hay que decir, son las dos, si bien la realidad social de ambos simulacros es eminentemente popular con pinceladas de turistas, fotógrafos y prensa institucional. Como tal es considerado y valorado, lo que supone cierta enajenación de la mayoría de los quiteños, que aprovechan el puente para disfrutar de unos días en la costa, como ocurre en todas partes.





El simulacro se ha hecho moderno y contemporáneo y por ello cierra la procesión del Gran Poder la última imaginería, el último paso, representante de la cofradía de la "Santa Gestión" cuyo cofrade mayor será el concejal de turno, que orgulloso rezará los logros de no haber tardado ni un segundo en limpiar y borrar cualquier atisbo de aquella algarabía. Un camión de basura recoge las pruebas de vida que no forman parte del espectáculo ofical y dejan sin regusto ni remanso de paz a las mentes o corazones alborotados por la vivencia de todo lo ocurrido. Recogen la basura que dejaron a su paso los que estuvieron esperando durante horas sentados en las aceras para ver a su Virgencita, Niñito o Diosito. El olor a incienso sin opción a desvanecerse es raptado por el humo negro de los tubos de escape del camión de la basura, y la mirada perdida intentando aún entender lo que se ha visto no tiene más opción que girarse bruscamente con claro desagrado ante la basura que echa el camión de la basura. Y la procesión se pierde entre el humo negro y un último salmo se oye con claridad desde el interior de una tiendita de souvenirs, profesado por una dependienta... -" y aquí no ha pasado nada!!!"-.



Pero sí ha pasado. Bajo el barniz de souvenir sigue latiendo vida y la verdad del gesto y la pregunrta de quien sigue al santo en procesión es la misma, atemporal,  en Sevilla o Quito, dentro o fuera, y mira de frente a quien mira el espectáculo, despojado de ropajes y personajes, de capirotes y cirios. Y esa verdad espera a quien se acerca sin prejuicios por interés antropológico, estético, religioso o simplemente te sorprende paseando por despiste por las calles del centro de Quito un Viernes Santo.

                     

Y después hay que dejar un hueco para probar la Fanesca, patrimonio también de Ecuador y barroca en sí misma. Es el plato típico de Semana Santa Quiteña. Doce granos lo componen, representación de los doce meses del año como vestigio de la celebración del Mushuc Nina o día del Fuego Nuevo de tradición Kichwa. Parece que el plato originario sobre el que se incorporaron ingredientes fue el llamado "uchucuta" que significa "granos tiernos cocidos con ají y hierbas". Del lado cristiano los doce granos también son representación de las doce tribus de Israel y de los doce apóstoles y el bacalao con que se acompaña, de origen por supuesto portugués, representación de Cristo. Y por último el ingrediente  popular deja clara la presencia de las abuelas -como mujeres- cuyo espíritu es el encargado de mantener a las familias unidas entorno a la mesa y la Fanesca.

Si no tienes abuela, ni familia en Ecuador, si eres turista o residente, puedes disfrutar igualmente de la Fanesca, que cómo las abuelas en cada restaurante se prepara "el mejor", todos con su receta familiar, todos distintos. Al barroquismo del plato que rompe con la línea pura de la abstinencia de la cuaresma, le siguen efectos mundanos y pesadas digestiones por lo que recomiendo medias raciones, que son más que suficientes para llenar el estómago - además de los doce granos se acompaña de sambo, zapallo (calabaza para los españoles), huevo duro, empanada, queso fresco, plátano maduro...- y dejar huequito o huequecito para el arroz con leche de postre.


Semana Santa en Quito, breve pero intensa...si te dejas. Muy recomendable vivir la experiencia.  Además de Quito, la Semana Santa ecuatoriana se celebra en muchas otras localidades con ritos muy interesantes. La verdad es que el valor antropológico de las festividades es inmenso y casi inabarcable aún viviendo aquí.



Nota: Para realizar este "post" me he documentado en relación al "Arrastre de Caudas", al que no asistí en persona, y la Fanesca, en el monográfico de la Revista "Ñan" dedicado a la Semana Santa en Quito. Una magnífica publicación que merece la pena leer estando en Ecuador o llevarse de recuerdo si el viaje es sólo de turista. Se edita en forma de monográficos. Además ahora puede encontrarse en grandes superficies y librerías.

             












lunes, 13 de abril de 2015

Salir de Canelos. Adaptación?

Me levanté con ganas de sacudirme la humedad, el verde y la opresión por no ver cielo abierto. Sabía que me esperaba de nuevo la camilla suiza, el puente de dos troncos –esta vez  lo pasaría yo misma andando, sobre todo después de que en aquellos cuatro días tanto Alma como Héctor hubieran caído al arroyo al resbalar en el “puente”-. Ya sabía donde estaban las arenas movedizas de la playa y habíamos consensuado entre todos que impondríamos los cálculos de Arquímedes a la sabiduría centenaria de los lugareños, la silla plegada y yo sentada, con el centro de gravedad lo más ajustado posible.  Así es que sin mirar atrás me agarré con fuerza aquella mañana del brazo de Daniel y Esteban dispuesta a que el desayuno fuera un mero trámite.

Todo había sido nuevo, pero de entre lo nuevo sentía como mío el quebrar de una rama de canelo y aspirar el aroma a…. canela ansiosamente con los ojos cerrados. Dentro. En cada viaje, de cada inmensidad ignota se me adhieren fragmentos que me encajan, resuenan en mí; como si la identidad sólida en la que me reconozco existiera también esparcida en fulgores a lo largo del mundo. Cachitos de familiaridad que me han hecho sentir que formo parte de un todo…extraño y cercano a la vez.

Aún saboreando el último sorbo de café, la hamaca suiza extendida ya en el suelo, nos colocamos las botas de agua con decisión. En el trayecto Esteban cantaba y animaba a los porteadores –él mismo, Daniel y el suizo-, que se alternaban las posiciones, delante-detrás de la camilla. Llegados al “puente” dimos el alto rotundo. Daniel me tendió sus manos y con un “andeor”, en quinta posición los pies, fui avanzando sobre los troncos resbaladizos torpe pero firmemente y sin miedo alguno. En la playa del río sorteamos las arenas movedizas, sin titubear. Plegaron la silla y me senté en la canoa. Tripularían esta vez dos mujeres. Melva era una de ellas. Todas las preguntas estaban en sus miradas. Y comenzamos el descenso por el río. Las “capitanas”, Daniel, Esteban y yo. Sólo unos kilómetros nos separaban de la playa pactada para el desembarco y de ahí a la furgoneta.


El trayecto hasta la playa fue disfrutón. No llovía y ya conocía los movimientos de la canoa y su equilibrio milimétrico. Me sentía segura con la nueva disposición y me dejé llevar incluso en los rápidos -aunque reconozco que en algún momento pensé que la silla caía al agua-.


Terminado el trayecto Melva y María nos indicaron por donde debíamos acceder a la cerretera. Nos giramos y no vimos nada. Nos fijamos y vimos un terraplén arcilloso. Melva sacó el machete para abrir camino. Esteban subió...Daniel subió y confimaron que aquello era intransitable para mí y muy dificultoso para ellos. Si emprendíamos la subida por ahí arrastraría a todos hacia abajo. Comenzó a llover. Me senté en una roca de la playita. Comenzó la negociación a la que se unió el suizo, que desde arriba, en la carretera confirmaba que aquello era imposible. - "El río igual o peor. El mejor sitio este. No otro camino."- decián Melva y la ora chica. El suizo empezó a agobiarse. Daniel, Esteban y yo mirábamos hacia todas partes buscando un camino. Al final decidimos ir río abajo  con la canoa probando cada una de las posibles salidas. Mientras tanto se escuchaban las risas de los niños de la Comunidad indígena que se lavaban y tiraban al río desde la orilla opuesta. Allí el terraplén tenía menos recorrido. No había camino pero vimos una opción.

La canoa varó en la orilla opuesta. No había playa ni soporte alguno. Directamente desde la canoa debía saltar directamente al terraplén. Yo iba a salir de allí como fuera y con esa necesidad imperiosa posé un píe titubeante en una pendiente imposible y resbaladiza mientras el otro empujaba la canoa en sentido opuesto separándome de la orilla. Me agarré a las hierbas que asomaban para tomar impulso. Y pensé que tal vez de entre aquella maleza saldría la serpiente que durante aquellos cuatro días no se dejó ver y a la que yo temía primero y esperaba después.

 Daniel desde arriba y Esteban desde abajo, las chicas en la canoa, el suizo desde arriba de nuevo, y yo, nos convertimos bajo presión en un coro de indicaciones inconexas...que si brazo, que si pierna aquí o allá. Metí un grito. Dí directrices. Me ayudaron y sostuvieron. Mi "psoas" funcionó en rangos desconocidos hasta entonces y los isquiotibiales inútiles sacaron fuerza de donde no han vuelto a hacerlo y las manos de todos sobre mí empujando y yo tirando. Entre todos logramos salir por donde nunca creímos posible hacerlo. El resto no fueron tampoco metros fáciles pero el impulso al unísono era tan fuerte que todo se resolvía en segundos...Sólo queríamos llegar a la carretera y salir de la Selva. 

En el transcurso de la gesta se había corrido la voz por entre la Comunidad Indígena de nuestras andanzas en el río. Desde el puente colgante se aglomeraron niños y mayores para ver como terminaba aquello. Incluso al llegar a la cerretera teníamos a un grupo de fans esperando. 

Y así fue como abrimos brecha en un afluente, de un afluente del Amazonas seis personas y una silla de ruedas. Otro equipo. Y mi mas sincero y profundo agradecimiento a Daniel y a Esteban por haber hecho posible que viviera esa experiencia.





viernes, 27 de febrero de 2015

Flores que sí hay que comprar. Visita a una plantación de rosas en Lasso.

Ecuador es desde hace diez años uno de los mayores productores de flores del mundo. Factores como su altitud,  temperatura y la luz equinocial, garantizan las condiciones óptimas para una producción de gran calidad durante todo el año.

El desarrollo de este tipo de cultivos ha modificado, como siempre ocurre, el paisaje agrícola del entorno rural andino. Subiendo al lago Quilotoa en una visión del valle, deslumbra a los ojos el brillo de los plásticos blancos de las plantaciones. No tanto cómo en El Ejido, ya que es algo incipiente, pero se deja ver. Y al contrario que en otros países, ha dado lugar a empresas que garantizan las condiciones dignas de contratación de sus empleados. Muchas de ellas cuentan con el respaldo de certificados de instituciones internacionales que avalan estas condiciones laborales.

Las plantaciones a lo largo de la carretera Panamericana, comienzan en Pedro Moncayo y se extienden hacia Tabacundo y Cayambe, aunque también pueden encontrarse algunas más puntualmente en otras poblaciones andinas.



En mi casa de Quito disfruto del lujo que para una española representa tener flores frescas todas las semanas en casa. Además de la exhuberancia de las especies subtropicales, otras especies más comunes para mí, lucen aquí imponentes a precios muy asequibles. Las rosas no huelen, son variedades para ornamentación pero su tacto en sí mismo es un placer. A veces deshojamos las rosas y pasamos tiempo acariciando los pétalos. Son como terciopelo natural, firme y consistente. Al tras luz los rojos intensos, los naranjas, los amarillos se muestran irisados. Y duran quince días!!

Colindante con nuestro hotel en Lasso encontramos plantaciones de rosas y decidimos visitarlas. Y esto fue lo que nos contaron.




La producción diaria de rosas es de 13.000 unidades. El 80% para el mercado internacional, de los cuales el 20%  es mercado americano, 15 % europeo y entre el 15% y el 10% mercado ruso.

Las distintas variedades se diseñan genéticamente en Holanda. En Ecuador compran los derechos de "autor", traen los esquejes y a producir.

 



El mercado ruso prefiere los tallos más largos y la rosa menos abierta, mientras que el europeo prefiere el tallo corto y la rosa más cerrada. Los Americanos tallo largo y rosa abierta.


En este momento acababan de cosechar el sector que veis en las fotografías. Es la temporada alta del negocio. Pasado el San Valentín europeo y americano, se preparan para el ruso. 

En los invernaderos hay ventiladores que mantienen la temperatura constante. Por el riego automático se suministran todos los fertilizantes y los tratamientos para las plagas más comunes de los rosales. Permanentemente se vigila el crecimiento y estado de las rosas.

Una vez cosechadas se desespinan y se clasifican por tamaño y calidad. 


Nos dice el encargado con orgullo que la mayoría del personal son mujeres por que es un trabajo que requiere delicadeza y mimo y las mejores para eso son las mujeres. Sin embargo la administración y la supervisión de su trabajo la hacen exclusivamente hombres....y a nosotros nos siguen llamando la atención este tipo de prejuicios.



Después de clasificadas y ampacaadas se dejan con agua y refrigeradas a 2 grados.

El la cámara contugüa se empaquetan. Cajas negras para Rusia, cajas verdes para América y Eurropa.


Ya nunca se rompe la cadena de frío que mantiene las rosas. Los camiones cargan. Trasladan al aeropuerto...se recogen en cada país de destino.....todo refrigerado. En tres días las rosas lucen a miles de kilómetros de Ecuador.


En cada una de las cajas, al lado del logo de las rosas aparecen los logos de los tres certificados que abalan las condiciones laborales de los trabajadores de esta empresa.



Siempre me han encantado este tipo de visitas que te hacen tener una visión general de todo un proceso que por lo general uno da por hecho en el día a día. Es interesante conocer el valor de lo que aporta y las personas implicadas.

Este tipo de visita no se sugieren en ningún alojamiento o guía, que yo sepa. Y en al menos otras tres plantaciones nos denegaron la visita.

Si en las rosas de aquí es el tacto, mi recuerdo para el olor inigualable de las rosas de la sierra madrileña, esas que siempre están llenas de pulgones....

Frutas tropicales, flores esplendorosas y chocolates de autor todo de gran calidad. No hay excusa para no mimarse y mimar en Ecuador los cinco sentidos propios u ajenos. Cosas que echaremos sin duda de menos a nuestro regreso.

Visita muy recomendable!



lunes, 23 de febrero de 2015

En Canelos. Apenas adentrándose en la Selva.

 "Como decíamos ayer"....Mirar a las estrellas y sentir la inmensidad del Universo sobre tí, es un clásico. Volver la mirada a lo circundante y recuperar la medida de las cosas, tu lugar, es el consuelo que le sigue. La ida y vuelta de esa experiencia esta domesticada. Pequeño, insignificante, relativo, grande, único.. son reversibles. Decir "inmensidad" te llena la boca.

Sumergida en la Selva, los sistemas de referencia habituales pierden por completo su función. Desaparece el cielo. Todo es selva. Arriba, abajo, todo alrededor. Una gran masa verde se convierte en una burbuja que te contiene. Y una vez dentro sientes una presencia continua. Los sistemas de alerta se disparan y el sentimiento de relatividad va en una sóla dirección. "Sólo soy una parte más de este mundo bullente", aprendes a distinguir y te adaptas o sucumbes. Te sientes relativo en tu propio mundo, no con respecto a las estrellas lejanas sino respecto a los cincuenta centímetros circundantes. No hay miles de estrellas enormes, hay miles de seres diminutos, sobre todo diminutos. No eres el amo del entorno, sólo uno más y lo experimentas con "una en la frente", en todo el ego cultural.

Poco a poco los sistemas de alarma bajan de sus almenas, los ojos se hacen con distinciones del verde, de los troncos de los árboles y los sistemas de referencia aunque rudimentarios se van configurando según el entorno. El oído incorpora los nuevos sonidos cotidianos y deja los sobresaltos para lo estrictamente necesario. Me quedé sóla en la cabaña, en la hamaca mientras ellos  hacían una excursión. Y los dueños del hotel me enseñaron como dirigir la voz y gritar para llamar y que se oyera.

Después le toca el turno a la mente. Pasados tres días me faltaba el aire, necesitaba ver el cielo abierto. La humedad constante, el sonido de las gotas cayendo de las hojas incesante...Afortunadamente -dicen- no hizo sol.  De vez en cuando algo grande caía de lo alto de los árboles, pero no se dejaba ver.... imaginaba a "Depredator" camuflado y pasé parte del tiempo en agudizar la vista para diferenciar formas y movimientos en aquel "todo igual" mientras esperaba el retorno de mis excursionistas. Estaba experimentando piel con piel, oído, retina, siquiera someramente aquello que desde el sofá, la pantalla del televisor me había mostrado en las gestas bélicas de la Selva..que si Vietnam, que si el descubrimiento del Nuevo Mundo....Un nuevo significante para la mochila!. muy consciente sin embargo de que aquello era cómo meter la punta del pie en el agua con toda la inmensidad del océano al frente, pero para mí era cómo ver el mar por primera vez...y sin el como....era la primera vez que con conciencia veía la selva y me adentraba en ella, siquiera trapasados sus límites.




No mentía....dos palos, dos palos de puente....la caida no sería la del siglo pero subida en la camilla el sentimiento de dependencia era incuestionable. 
Las cabañas son el proyecto de una pareja, ella de Guayaquil y él suizo. Abandonaron el negocio financiero en Suiza y emprendieron en Ecuador. Con ellos un pequeño rubio de grandes ojos azules de dos años que visiona PocoYo en una tablet...a ratitos. Aventura interpersonal sin duda y -"una extraordinaria relación de pareja para sobrellevar ese aislamiento durante meses"-, pensé yo.

Los terrenos en origen fueron entregados a militares ecuatorianos trás la guerra con Perú, de la que se dice no se ofreció resistencia por estar los terrenos sencillamente despoblados. Pasados los años muchas de  las familias de los militares abandonaron los terrenos o los vendieron.



Vegetación ornamental alrededor de la cabaña. La propiedad había sido pastizal y los dueños decidieron replantar. Cedrón, canela, naranjilla salvaje....trás la cabaña principal directa a las infusiones.


Llama a engaño la veredita. El empedrado lo era de guijarros como planetas. Al final era como andar por un canchal de alta montaña. Benditos "relevés" de mi juventud que hicieron de mis tobillos acero y gracias a Daniel y a Esteban por acompañarme y sujetarme en cada trayecto...lloviendo....lloviendo...resbalando. A los días agujetas en todo el cuerpo...







 


Al anochecer iban a ver las ranas que se dejaban ver en la charca a pie de cabaña, bajo la misma ventana. Imperceptible durante el día se llenaba de vida por la noche.

Diminuta.....


Feliz en el forro polar de Flavia...no quería bajar...Merece la pena ampliarla

La hoja con piel de cocodrilo....

Ventana...elemento arquitectónico que deja claros los límites entre naturaleza y técnica o cultura.  

Foto de Esteban  Fernández Moreira

Mientras yo estaba en la hamaca.....

Raices.....

Foto de Esteban Fernández Moreira

Foto de Esteban Fernández Moreira

Foto de Esteban Fernández Moreira. Héctor disfrutando de las enseñanzas del guía. Para éste cualquier consideración de las hechas anteriormente por mí son incomprensibles. Completamente adaptado al entorno él lee cada señal en el tronco de un árbol, cada sonido, cada escremento del suelo, cada huella. Si para mí angustia y alerta, para él confianza, destreza, seguridad....

Cómo salido de "Viaje al centro de la Tierra"


Todas las fotos que siguen fueron tomadas también por nuestro amigo Esteban. Fue muy enriquecedor compartir con él como biólogo aquel viaje. El me contó que el estrangulamiento del torax de las arañas impide una buena circulación de la sangre, razón por la que se agotan rápido. Pero mientras tanto saltán!!! y saltaban a mis pies!!!

No puedo aportar mucha información de lo que sigue, pero aprendimos mucho contigo. Gracias !!









La hoja con piel de lagarto verdecita......



El peine del mono. Con él se sacan los piojos Lo probé y realmente ........peina.






En una segunda excursión decidieron bajar en canoa por el río. Mientras María y yo colocamos dos sillones frente a la ventana abierta de la cabaña principal, nos retiramos unos centímetros para que no nos salpicara la lluvia y a ritmo de gotas hablamos sin parar....deliciosas aquellas horas....

A unos kilómetros ellos aguantaban el chaparrón y achicaban agua de la canoa para refugiarse al fin en la comunidad indígena cercana. Ya de vuelta.........

Y tras la mojada.......comida rica. Pescado, pico de gallo y patacones, yuca... envueltos y cocinados en hoja de palma. Muy sano y muy rico!!!


Así pasaron cuatro intensos y fascinantes días.....en compañía...aislados.